A pesar del evidente declive y la sanción: Los Yankees perdieron la confianza en Aroldis Chapman
—Los días de Aroldis Chapman como cerrador de los Yankees probablemente han terminado, y su declive muestra un destino incierto.
Cuando los Yankees llegaron a un acuerdo multi anual con el cubano Aroldis Chapman en diciembre de 2016, la noticia generó grandes expectativas.
Este fue el lead del columnista Tyler Kepner para El New York Time: “Aroldis Chapman adquirido por los Yankees en un contrato de cinco años y $86 millones. Los Yankees cumplieron el objetivo principal de la temporada baja el miércoles por la noche, al acordar con el taponero Aroldis Chapman un contrato de cinco años y $86 millones. El acuerdo reunió a los Yankees con el lanzador más veloz del béisbol después de que lo cambiaron a los Cachorros de Chicago en julio pasado”.
“Me encanta la organización”, dijo Chapman a Marly Rivera de ESPN, y agregó que eligió a los Yankees sobre los Miami Marlins. “Me recibieron con los brazos abiertos y por eso decidí volver. Tenía la esperanza de tener la oportunidad de volver y sucedió. Todo jugador sueña con ser yanqui y si no, es porque nunca tuvo la oportunidad”.
Al adquirir a Chapman, de 28 años, los Yankees esperaban recibir un rendimiento notable por varias temporadas, trayendo al cerrador más atemorizante de las Grandes Ligas. Las expectativas eran razonables: Chapman poseía el arma más difícil de golpear en el béisbol, una bola rápida de cuatro costuras que promediaba 101.1 mph y llegó a subir hasta las 105. Luego de seis temporadas, donde “El Misil” cubano saltó a la élite como cerrador de los Reds de Cincinnati (2010-2015), arrojó números sin precedentes en la historia de las Mayores: en los primeros 324 juegos relevados en su carrera, superó la tasa de ponches registrada por Billy Wagner (35.5 K% entre 1995-2002), imponiendo récord vigente de 42.9 K%.*
*Por cierto, en ese lapso entre 2010 y 2015, Craig Kimbrel vs. Aroldis Chapman se presentaba como uno de los duelos entre los cerradores más dominantes y talentosos de las Grandes Ligas, pero Chappy venció a Kimbrel, quien se quedó con 41.7 K%, a sólo 1.2%.
Las aspiraciones de Chapman y el poder de su brazo no parecían tener límites, así que no necesitamos recordar cuántas expectativas motivaron a los Yankees. De alguna manera, veían en Chapman el posible Mariano Rivera capaz de ofrecerles fortaleza en el bullpen por múltiples años, mientras la organización se preparaba para buscar otro regreso a la Serie Mundial.
Honores y legado en busca de títulos, de eso se trata cada contrato multimillonario como el que los Yankees le ofrecieron a Chapman. Sin embargo, los Bombarderos del Bronx aún ni siquiera han regresado a la Serie Mundial desde que vencieron a los Filis de Filadelfia en el Juego 6 de 2009, para lograr el 27mo título en la historia de la franquicia. De alguna manera, desde entonces, cada temporada ha sido un nuevo capítulo de fracaso para hojear y archivar. Obviamente, las razones han sido múltiples, desde los movimientos cuestionables de la oficina central hasta las decepciones de cada equipo año tras año.
No creo que ninguno de nosotros sería capaz de señalar a un culpable en particular, pero en el proceso, es ineludible resaltar las expectativas que nunca se cumplieron. Una de ellas, definitivamente, ha sido el papel de Aroldis Chapman como cerrador. Esta es la séptima temporada de Chappy con los Yankees, y probablemente la últimas luego de las recientes noticias que han retumbado en New York: “Aroldis Chapman de los Yankees quedó fuera de la lista de ALDS después de faltar al entrenamiento”.
Bueno, lo sorprendente aquí no fue el titular, sino las razones: Chapman no se presentó al entrenamiento de los Yankees el pasado viernes 7 de octubre, y el manager del equipo, Aaron Boone, dijo “que no tenía una razón aceptable para no estar allí”. El gerente general de los Yankees, Brian Cashman, dijo “que multó a Chapman por no estar en el entrenamiento”. Algo que aún no he leído son las declaraciones de Misil Cubano, ofreciendo una explicación sobre los hechos, pero probablemente ya sea demasiado tarde.
Siendo realistas, incluso aunque Chapman hubiese cumplido su asistencia al entrenamiento del pasado viernes, los Yankees habían perdido la confianza en su cerrador de 34 años. No parece haber duda de que sobran las razones, de hecho, a lo largo del historial de Chapman desde su llegada a New York. En parte, el supersónico de Cayo Mambí cargó con varias derrotas que influyeron para que los Yankees perecieran en su travesía durante las últimas cinco postemporadas. Cuando analizamos periféricamente el rendimiento de Chappy en playoffs, los números nos muestran un eficiente dominio: desde su primer relevo el 3 de octubre de 2017 (vs. Twins/ALWC) hasta el 9 de octubre de 2020 (vs. Rays/ALCS) con los Yankees de New York en postemporada, Chapman ha registrado marca de 1-3 con seis juegos salvados.
En 17 relevos, los Yankees han terminado ganando 11 de sus 17 decisiones, mientras Chapman ponchaba a 37 oponentes en 21 innings, proporción que arroja una impresionante tasa de 15.8 K/9. Ha lanzado para 1.71 ERA y 2.04 FIP, dejando a sus oponentes en una angustiosa línea ofensiva de .162/.244/.257. Además, el 85% de las bolas puestas en juego por sus rivales han sido rodados, y únicamente el 25% de los corredores heredados logró anotar carreras. Vaya, son números impresionantes, todo lo que esperas de quien fuera el lanzador con la bola rápida más aterradora durante más de una década. Sin embargo, como sucede en no pocas ocasiones, los números suelen ser una de las partes más románticas del béisbol.
A veces, llegan como la música que deseas escuchar, pero no te dicen lo suficiente cuando están fuera de contexto. Así pues, como ha sido imposible olvidar, hubo situaciones donde Chapman no pudo controlar. Y lo peor de esos contados momentos, fue la repercusión adversa que cada desliz de Chapman le provocó a los Yankees. Sé que nadie quisiera fallar bajo la presión de la postemporada y, por supuesto, es un riesgo que corre cada competidor cuando se juega entre los mejores peloteros del universo.
La pregunta que probablemente usted y yo nos hemos hecho durante varios años es: ¿cuánto habrían avanzado los Yankees si Chapman hubiese dominado en estos momentos claves? Hagamos una rápida retrospectiva:
Juego 2 de la ALCS, 2017: Con la pizarra 1-1, Chapman relevó a David Robertson contra los Astros de Houston en Minute Maid Park durante el final de la novena entrada.
¿El resultado?: Después de un ponche en cuenta de 1-2 contra Josh Reddick, un sencillo de José Altuve colocó la posible carrera de la victoria para los Astros en la inicial. Luego, Carlos Correa entró al plato y, tras ascender la cuenta a 3-2, crujió una bola rápida (en la zona baja exterior) y conectó un doble walk-off que le dio el éxito a Houston, 2-1.
¿La repercusión?: Impulsados por una joya de pitcheo de Justin Verlander en ese Juego 2 y el doble decisivo de Correa, los Astros tomaron la ventaja en la serie, 2-0. Los Yankees se recuperaron barriendo a Houston en Yankee Stadium, pero luego perdieron los Juegos 6 y 7. Nunca sabremos qué habría pasado si Chapman retiraba aquel noveno inning en el Juego 2, pero si los Yankees ganaban, hubiesen llegado a la Serie Mundial con la barrida en casa.
Juego 6 de la ALCS, 2019: Marcador igualado 4-4, final del noveno y…
¿El resultado?: ¿Recuerdas? José Altuve destrozó una slider de 84 mph de Chapman en cuenta de 2-1, produciendo un walk-off jonrón para decidir la serie 3-2 a favor de los Astros. Los Yankees buscaban forzar el Juego 7, después de rescatar una desventaja de 3-0 producida por un jonrón de Yuli Gurriel ante Chad Green en la primera entrada. La slider de Chapman, su mejor pitcheo rompiente en 2019 (promedió 1.2 pulgadas de rotación vertical), no pudo rotar lo suficiente para alejarse del swing de Altuve.
¿La repercusión?: Derrota en seis juegos.
Juego 5 de la ALDS, 2020: Chapman relevó a Zack Britton y ponchó a Brandon Lowe para cerrar el final de la séptima entrada. Los Yankees, como visitantes en Petco Park (terreno neutral), necesitaban otro cero ante los Rays en el final del octavo.
¿El resultado?: Con el juego decisivo empatado a una carrera, Chapman retó a Mike Brosseau con su bola rápida de 100 mph en cuenta de 3-2. Fue un turno de 10 pitcheos, donde Chapman le lanzó ocho bolas rápidas a Brosseau, quien terminó por hacer los ajustes a tiempo. ¡Y qué ajuste! ¡Bateó el jonrón decisivo!
¿La repercusión?: Eliminación para los Yankees, en otro año donde parecían crecer las esperanzas de llegar a la Serie Mundial.
Esos fueron tres grandes entradas donde, en situaciones diferentes, los Yankees se jugaban la vida. Tres escenarios que no eran insospechados para Chapman, quien ha estado acostumbrado a sentir cómo sube la temperatura cuando tiene que rescatar a los Yankees sí o sí. La diferencia, por supuesto, era lo que estaba en juego. No podemos asegurar un triunfo de los Yankees si Chapman hubiese dominado, pero indudablemente, ahora estuviéramos recordando más episodios épicos de su legado.
Aun así, la carrera de Chapman ha sido admirable. Fue, sin discusión, un lanzador capaz de generar incontables sentimientos y emociones con un solo lanzamiento. Pero todos nosotros estamos destinados a declinar. A sus 34 años, Chapman ha protagonizado suficientes historias para contar: siete viajes al All-Star, el reinado de su bola rápida humeante, múltiples récords de lapsos en ponches y, entre otras hazañas, la contribución a que los Cachorros de 2016 rompieran la terrible sequía de 108 años sin ganar una Serie Mundial. Tal vez cueste creer que este sea el final de Chapman en las Grandes Ligas, pero no hay dudas de su declive.
El año pasado, admitió la mayor cantidad de jonrones (9) en su carrera. Aunque ha intentado potenciar el splitter en su mezcla, la bola rápida de Chapman no alcanza un promedio de 100 mph desde 2017. Todas las variantes que los Yankees han intentado quizás para aliviar el ritmo de sus lesiones e inconsistencias, se agotaron precisamente antes de la mitad de esta temporada, cuando Chapman soportó al menos una carrera en seis relevos al final de mayo pasado.
Cuando regresó, los Yankees habían colocado a Clay Holmes en su lugar como cerrador titular, y ese movimiento razonable lo dijo todo sobre la confianza. Sí, el tiempo les dio la razón a los Yankees: Chapman acaba de terminar la 13ra temporada de su carrera en tasa de ponches (10.7 K/9), ERA+ (88), tasa de bases por bolas (6.9 BB/9, la peor desde 2011), OBP permitido de sus oponentes en el noveno inning (.338) y efectividad (4.46). En otras palabras, Chapman podría haber asistido a todos los entrenamientos, y la esperanza de los Yankees no iba a regresar.
Siendo agente libre al finalizar la temporada, sus apariciones de relevo (55.8%) antes del noveno inning parece esbozar parte del futuro de Chapman en las Grandes Ligas. Ahora sombran las palabras. Al final, cada quién tomó su decisión. Chapman no asistió al entrenamiento, incumpliendo sus responsabilidades como profesional. Los Yankees lo sancionaron, y está claro que no planificaban delegar responsabilidades en él para enfrentar el impredecible camino de la postemporada.
Chapman está en Miami, consciente de que pudo haber vestido por última vez el traje a rayas. Si los Yankees fueron demasiado radicales como para destituirlo y perder las esperanzas, al menos están dispuestos a continuar sin él: ahora el Misil Cubano es quien tendrá que demostrar lo contrario.
(Foto: Aroldis Chapman/GettyImages)