Extrañando la destreza y el coraje de Randy Arozarena
—Los Rays fueron eliminados demasiado rápido por los Red Sox, y es posible que tengamos la misma nostalgia, ¿no?: Extrañamos a Randy Arozarena.
Sí, es muy probable que estemos coincidiendo en algo: El béisbol en octubre es fascinante. Nos encanta. Pero a veces siento que no es suficiente.
Hace un par de noches, habría querido que el Juego 4 de los Red Sox vs los Rays, se hubiese extendido un poco más sólo para disfrutar del gran béisbol que jugaron.
Entiendo que existe un formato de postemporada. Y que, obviamente, ha sido una tradición por poco más de un cuarto de siglo desde que se estrenaron las Series Divisionales en 1995. ¿Somos comprensibles, verdad? ¡Pero no pocos aún queremos más béisbol! Y entre esas memorias inolvidables de octubre, particularmente siento nostalgia por no volver a ver a Randy Arozarena desafiando la presión de los playoffs.
Desde que los Rays perdieron el Juego 6 el año pasado en la Serie Mundial ante los Dodgers, hacía sólo 20 juegos que había nacido una leyenda llamada Randy Arozarena. Su menor irrupción en los libros de récords fue precisamente esta dupla de registros arrasadores: 29 hits y 10 jonrones. Y ya sabes por qué: La grandeza de Randy trascendió por los momentos en que cada una de sus potencias lo exaltaron al nivel de las grandes estrellas del juego.
La postemporada comenzó a avanzar, y las habilidades de Randy en cada juego se convertían en un misterio difícil de resolver. Golpeó uno, otro, y otro jonrón. Crujió la bola rápida de Gerrit Cole, el slider de Masahiro Tanaka, la curveball de Zack Greinke, y las sinkers de Kenley Jansen y Lance McCullers Jr. Era imbatible. Desconocido. De acuerdo, una especie de aparecido sin invitación, que tomó el mando del show y no paró de aplastar lanzamientos.
Se unió a la conversación sobre cómo disfrutar el bat-flip junto a Barry Bonds, rompiendo su récord de ocho jonrones en una postemporada, implantado en 2002. También inspiró comparaciones con Pablo Sandoval, y demostró lo que parecía imposible: Romper su récord de 26 hits, registrado desde 2014, una hazaña que había llevado a otro nivel Marquis Grissom (25) en 1995 y Darin Erstad (25) estuvo a punto de superar en 2002.
Todos ellos ahora están a la mitad de la lista, y el legado de Randy Arozarena luciendo sus honorables rúbricas en la cima.
Esa fue parte de la historia de Randy Arozarena, quien parecía destinado a brillar en el principal escenario de las Grandes Ligas: Los playoffs. Ahora, un año después, otra vez en octubre, la historia más sorprendente es que el héroe de postemporada regresó.
Es cierto, quizás esperábamos más de Randy Arozarena en la temporada regular de 2021, después de convertirse en el hombre récord que cargó a los Rays hasta la Serie Mundial. Sin embargo, una caída no era lo menos razonable. Está claro que Randy tiene poder para conectar jonrones de 400-ft y 100 mph, pero las proyecciones de sus 10 jonrones en 20 juegos de playoffs eran casi imposible de repetir.
Además, el rigor competitivo de la temporada regular no es para nada comparable con el reto de jugar en la postemporada. Entonces, pasó un mes y otro. Llegó la mitad de la temporada. Luego terminó julio, agosto, y septiembre. Y entonces llegó el gran escenario del Big Show la postemporada.
Teníamos a los Rays de Randy contra los Red Sox, un equipo de 100 victorias en la temporada regular contra un team nueve veces ganador de la Serie Mundial. Y ya sabes cuál fue el resultado. Pero uno de los puntos más sensacionales aquí, como dije antes, es que el Randy Arozarena de los playoffs regresó. De hecho, parecía un híbrido aún más fuerte, combinando poder y velocidad: Bateó un jonrón, dibujó dos boletos, anotó tres carreras y se robó una base en el Juego 1 contra los Red Sox—el único éxito que lograron los Rays—.
Sí, no lo he olvidado, pero lo dejé para el final, porque la “estafa” fue un emocionante robo de home que nos hizo recordar a Jackie Robinson:
En la simbología de la anotación oficial, Randy había reunido algunas siglas comunes como HR, RBI, BB, SB, R, pero en un contexto absolutamente especial. ¿Cuántos bateadores habían logrado esa hazaña? Solo dos: Eddie Murray en con los Orioles vs. los White Sox en el Juego 3 de la ALCS en 1983 (1983-10-07) y Tommie Agee con los Mets vs. los Bravos en el Juego 2 de la NLCS en 1969 (1969-10-05).
Ya sabes cuál fue la línea en común que los conectó a todos, pero Randy elevó la hazaña a otro nivel y en un Juego 1: Combinó la exhibición de su poder con la agresividad en los senderos, convirtiéndose en el único bateador de todos los tiempos con un jonrón y un robo de home en playoffs.
No creo que mi hoja de anotación esté en condiciones para mostrarla aquí, porque cuando disfruté el robo de home, en la emoción del momento derramé una taza de café sobre la secuencia del inning. Así pues, todo lo que puedo recordar de aquel instante fue bien divertido, aunque perdí la cuenta de las veces que he visto la jugada. Sí, realmente.
Randy estuvo amagando mientras el tercer bate de los Rays, Brandon Lowe, batallaba contra el zurdo de los Red Sox, Josh Taylor, quien acababa de reemplazar a Nick Pivetta en ese final del séptimo inning.
Y aun cuando reflexiono sobre una de las jugadas más increíbles que he visto—como probablemente piense usted—, casi una semana después aún puedo analizar desde otros ángulos. De hecho, creo que no hubo nada desenfrenado en el derroche de agresividad y coraje de Randy al intentar la jugada más difícil del béisbol: Había una mente hábil, emprendedora, audaz, que vio varias brechas abiertas y estaba seguro de que llegaría al home. Mira, podemos debatir esto otra vez, ¡mil veces más! ¡Vale la pena!
Taylor acababa de entrar al juego y en una situación complicada, con los Rays ganando por 4-0. Había par de corredores en posición anotadora. Recuerdo esto, porque creo que fue una de las principales circunstancias analizadas por Randy. Luego, otro detalle: Taylor es zurdo, y dada la situación de juego, no se mostró apurado por lanzar. Creo que, tanto Taylor como el cátcher de los Red Sox, Christian Vázquez, nunca imaginaron que los amagos de Randy llegarían a tanto con el tercer bate del equipo en el plato.
Simplemente, no pudieron leer la mente de Randy ni prestar la debida atención. No lo hizo Taylor, pero tampoco creo que en la noche del pasado jueves haya habido muchas personas prediciendo el robo de home de Randy.
Durante toda la temporada, Randy Arozarena le decía a su manager Kevin Cash: “¡Verde! ¡Verde! Verde!”, en español, pidiéndole que lo dejara correr, porque obviamente, Randy adora anotar carreras para su equipo al costo que sea. Durante la temporada regular, registró 94 anotadas y robó 20 bases, una combinación de poderes que sólo habían conseguido seis novatos en la historia de las Grandes Ligas, y ninguno de los Rays: Mike Trout (2012), Carlos Beltrán (1999), Nomar Garciaparra (1997), Devon White (1987), Ellis Burk (1987) y Tommie Agee (1966).
Entonces, ¿quién podría detener a Randy, cuando estaba convencido de que llegaría al plato? Nadie, porque simplemente el destino esperaba por él. “¡Me voy! ¡Me voy a ir!", le dijo Randy al coach de tercera de los Rays, Rodney Linares, ¡y se fue!
Taylor apenas pudo hacer un lanzamiento de 77 mph lo más apresurado posible a la mascota del cátcher Vázquez, pero ya era demasiado tarde. Randy no sólo había entrado con tiempo suficiente al plato en el Tropicana Field, sino también a la historia de las Grandes Ligas, escribiendo un capítulo único, emocionante, ¡especial!—aún diría que increíble, porque literalmente fue así, increíble—.
Y así ha sido toda su carrera en postemporada. Una cita junto a las grandes leyendas del juego en varias paradas durante los primeros 29 episodios que ha jugado en postemporada con los Rays. Ha bateado jonrones en 11 de esos 29 juegos, ¡pero ha promediado .283 en los 18 que acumula sin sacar la pelota del parque!
Sus 11 jonrones en apenas 110 apariciones al plato en playoffs, han llegado tan rápido como en 274 PA menos que las registradas entre Yasmani Grandal y Yuli Gurriel, quienes también se combinan para acumular 11 jonrones.
Los Rays fueron eliminados, pero Randy Arozarena aún dejó récords vigentes para su próxima aparición en la alfombra roja de octubre: Se ha embasado de forma consecutiva en sus últimos 18 juegos, entre el 9 de octubre de 2020 y el 11 de octubre pasado, cuando los Red Sox vencieron por 6-5 a los Rays en el Juego 4.
Si recuerdas, Randy había forzado el empate 5-5, con un sencillo ante el relevista de los Red Sox, Ryan Brasier en el inicio de la octava entrada. Ese fue uno de sus dos hits aquella noche en Fenway Park, por lo que también igualó el récord de la franquicia, con nueve juegos consecutivos bateando de hit. Se unió a Ben Zobrist (2010-10-09/2013-10-04) y B.J. Upton (2008-10-03/2008-10-18), pero con la probabilidad de quedarse sólo en el futuro.
Randy terminó con 1.197 OPS, y eso significa que tiene un lugar bien ganado alrededor de ilustres estrellas como Carlos Beltran (1.305), Lou Gehrig (1.264), David Freese (1.115) y Babe Ruth (1.068), quienes dejaron gloriosas rúbricas en octubre.
Cuando estás entre ese grupo selecto de héroes en la historia de los playoffs, también eres parte de una leyenda. Y eso ha sido Randy, una estrella sorprendente, que impactó el juego sin necesitar presentación, y ha sido capaz encontrar un lugar especial en los recuerdos de octubre que guardamos en nuestros corazones.
Lo vamos a extrañar.
(Foto: Randy Arozarena/The Ringer)