Enrique Díaz tocó la pelota por la antesala —aquella tarde de 1998 aún no sabía lo que significaba un “Squeeze play” suicida— y el corredor que venía de tercera hacia el plato se deslizó como si estuviera tirándose en una piscina. Era el número “5” del equipo de Metropolitanos, un jugador delgado, de mediana estatura, del cual me sorprendió su impresion…
© 2025 Yirsandy Rodríguez
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