El pasado viernes, el outfielder guantanamero Julio Pablo Martínez hizo historia al convertirse en el jugador cubano número 387 que debuta en las Grandes Ligas.
Después de 450 juegos en Ligas Menores, Martínez, de 27 años, finalmente vio cumplir su sueño al ser promovido por los Rangers de Texas (71-48), quienes abrieron este martes liderando la División Oeste de la Liga Americana con 3 ½ juegos por encima de los Astros de Houston (68-52). El gran impacto de J. P. con Round Rock fue clave para ser considerado por la organización y ganarse esta oportunidad. En comparación con la temporada de 2022 en AAA, el progreso de Martínez fue absolutamente significativo:
2022: .724 OPS, 6 HR, 19 RBI, 14-0 (SB/CS) en 41 juegos
2023: .992 OPS, 12 HR, 55 RBI, 33-4 (SB/CS) en 67 juegos
Las tendencias de poder y velocidad fueron sensacionales: J. P. duplicó sus jonrones en solo 26 juegos más, remolcó 36 carreras más y no perdió su esencia como robador de bases: promedió un 89% de acierto en intentos de robo, lo cual derivó en que anotara 49 carreras, el 16% de las 308 apariciones al plato en la liga. Si adicionamos su rendimiento durante este año al nivel de AAA, AA y A+, el impacto de J. P. asciende a 38 extra bases y 36 bases robadas en 72 juegos. Sí, valorando esos promedios, ¡sonó tan fácil como robar almohadillas y golpear extra bases una vez cada dos partidos!
Luego de irse de 3-0 en su debut el pasado viernes cuando los Rangers vencieron por 2-1 a los Giants, Martínez ha bateado seis hits en sus siguientes 12 viajes por el plato. Desde su primer imparable contra el diestro de los Giants, Alex Cobb, un rodado de 90.4 mph hacia el left field en Oracle Park el pasado sábado, J. P. ha anotado cuatro carreras, suma un par de remolcadas, ambas con elevados de sacrificio y*, curiosamente, su promedio de bateo de .400 supera el .389 OBP. ¿La razón? Tiene una sola caminata, y fue justamente en su debut.
*El SAC/fly del pasado lunes remolcó desde tercera a su compatriota Adolis García, comenzando un rally de tres carreras contra los Angels.
Ha visto 66 pitcheos hasta ahora, para promedio de 3.7 en sus primeras 18 apariciones al plato, quedando ligeramente por debajo del promedio de 3.9 en MLB. Por supuesto, esta es solo una vista previa de lo que Martínez pudiera traer a los Rangers tras su brillante impacto en Ligas Menores.
Eso sí, de cualquier manera, el desafío que enfrentará J. P. al nivel de MLB cada día será incomparable con cualquier experiencia anterior en su carrera. De hecho, durante su paso por Ligas Menores, la disciplina en el plato ha sido uno de los retos en que trabajó J. P., quien se ponchó 551 veces, 302 más que sus 249 caminatas. Dado su perfil como jugador, los Rangers esperan que el outfielder cubano muestre su potencial como bateador de poder ocasional, un magnífico robador de bases y defensor con calibre para aspirar a un Guante de Oro.
Con esas proyecciones, sobre todo el arte de robar almohadillas, J. P. podría ser el próximo Otis Junior Nixon de los Rangers en términos de velocidad. ¿Podemos recordar un minuto al grandioso Otis? ¡Qué corredor! Cuando Nixon llegó al Estadio Olímpico de Montreal el 16 de junio de 1991, nunca imaginó que rápidamente entraría en la historia de las Grandes Ligas: ¡robó seis bases en un juego con los Bravos de Atlanta!
Eso fue divertido. Las notas en el Box Score pasarían de un par de palabras a prácticamente un párrafo:
Baserunning
SB: Otis Nixon 6 (32, 2nd base off Barry Jones/Mike Fitzgerald, 3rd base off Chris Nabholz/Mike Fitzgerald 2, 3rd base off Barry Jones/Mike Fitzgerald, 2nd base off Chris Nabholz/Mike Fitzgerald 2). Le robó todas las bases al cátcher de los Expos, Mike Fitzgerald: tres veces segunda y tercera, respectivamente.
Nixon robó 72 bases en 51 juegos, acumulando 15 multi-robos, y apenas 10 partidos donde sus intentos fueron infructíferos. En todos los sentidos, logró ser una amenaza cuando entraba en circulación. Esta fue mi estadística favorita luego de analizar su apreciable talento: en aquella temporada de 1991, robó el 47% de sus 72 bases cuando el lanzador estaba por debajo en el conteo. ¡Ese es el punto!: con Otis en circulación, ningún receptor querría estar pidiendo más pitcheos rompientes que bolas rápidas por una cuestión razonable: si querías soñar con el 23% de probabilidades de éxito que acompañaban a los receptores, el lanzador estaba prácticamente obligado a ceder una bola rápida contra el bateador de turno.*
*Otis fue el leadoff de los Bravos en 93 de sus 124 juegos en 1991 y, cuando entraba en base, el peligro era latente contra los siguientes bateadores: Jeff Treadway, 2B (65 juegos iniciados como segundo bate: terminó con el mejor promedio de bateo, registrando .320), Terry Pendleton, 3B (88 juegos iniciados como tercer bate: lideró el equipo con 6.1 bWAR y .537 slugging) y David Justice, RF (91 juegos iniciados como tercer bate: lideró el equipo con 140 OPS+ y .377 OBP).
Entonces, ¿cómo se supone que deberíamos evaluar el valor agregado de Otis para aquellos Bravos que lideraron el Oeste de la Liga Nacional con marca de 94-68 en 1991? No tenemos ninguna estadística lo suficientemente especial como para lograrlo, pero sabes que el impacto de Otis era tan genial como divertido.
Aun así, los Bravos terminaron siendo barridos en tres partidos como visitantes contra los Expos, el anterior equipo de Nixon durante tres temporadas. De las seis bases que Otis robó, logró anotar solo en dos ocasiones, sobre todo por la ineficiente ofensiva de aquellos Bravos, quienes se fueron de 14-3 con corredores en posición anotadora en toda la noche.
“Los Bravos fueron el peor equipo del béisbol”, dijo Nixon al recordar tres de las cuatro temporadas que jugó en Atlanta, entre sus 32 y 34 años. “No me sentía cómodo con ese canje, así que sentí algo de animosidad hacia los Expos cuando lo hicieron en el Día de los Inocentes. Entonces, pensé: 'Les mostraré algunas cosas aquí'. Eso es lo que estaba pensando, pero no necesariamente que iba a robar tantas bases en un juego”.
Nixon jugó un solo año como Ranger, pero su paso fue histórico en 1995: lideró el equipo con 50 bases robadas en 71 intentos, 174 hits y 87 carreras anotadas a los 36 años. Su destreza lo convirtió en uno de los grandes robadores de su época durante los años noventa.
La gran historia de Otis comenzó en 1982, entre Nashville y Columbus al nivel de AAA, cuando robó 107 bases, recibió 108 bases por bolas y anotó 90 carreras. Ese fue el gran año donde la leyenda de los A’s, Rickey Henderson, estableció el récord de 130 bases robadas para una temporada en las Grandes Ligas, y en la campaña siguiente, Vince Coleman se adueñó del récord de Ligas Menores, con sus 145 robos en 113 juegos para Macon.
Como bateador de contacto y con la ventaja de ser un excepcional corredor de bases, Otis parecía listo para debutar en MLB, pero en su scouting report las dudas sobre sus proyecciones ofensivas desaceleraron el proceso. De cualquier manera, nadie pudo detener a Nixon, quien robó 620 bases en 17 temporadas tras su debut con los Yankees de 1983 a los 24 años.
Sí, golpear jonrones nunca estuvo ni remotamente en las probabilidades de éxito de Nixon, quien bateó apenas 11 HR en 5,800 apariciones al plato durante 1,709 juegos en MLB. Así que, ahora, 28 años después de su impresionante temporada como velocista de los Rangers, las expectativas alrededor del J. P. Martínez podrían arrojar una versión avanzada de Otis Nixon.
Martínez no solo ha sido un espectacular robador durante las últimas dos temporadas en AAA, esculpiendo efectividad de 47 robos en 51 intentos: también promedió .508 slugging, producto de sus 51 extra bases en 108 juegos. Ahora la gran pregunta es cuánto apostarán los Rangers por J. P. ¿Estarán dispuestos a ofrecerle una oportunidad en el futuro buscando que desarrolle todo su potencial?
Cada una de esas interrogantes definitivamente serán respondidas en el futuro, dependiendo en gran medida del talento de J. P., su adaptación y, por supuesto, del éxito de los Rangers, quienes al menos este año han dado un gran salto, convirtiéndose en contendientes de la División Oeste de la Liga Americana.
En su última de cinco temporadas en Series Nacionales, durante la campaña de 2016-17, fue que J. P. Martínez explotó su habilidad como robador, coleccionando 24 bases en 29 intentos. Fue refuerzo de los Tigres de Ciego de Ávila, donde completó su combinación de 19 extra bases, seis jonrones y 52 bases por bolas, un giro sin precedentes en su carrera.
El desarrollo de su poder ha sido otro de los complementos interesantes de su juego desde que llegó a la organización de los Rangers. Y, según las expectativas de sus proyecciones, J. P. podría estar camino a ser una versión avanzada del sorprendente Otis Nixon en el futuro de la franquicia.
Todo está por ver.