Adiós eterno al ‘bardo’
Lo difícil no es dedicarte esta historia, sino aceptar que ya no estarás físicamente entre nosotros.
Aún me queda la costumbre de dormir la mañana los domingos, como cuando solía descansar de un ajetreado sábado nocturno de béisbol, para luego recuperarme y disfrutar de la jornada dominical diurna.
Siguiendo esa tradición, normalmente silencio las notificaciones de mis redes sociales hasta que mi adorable esposa Ruth me despierta para desayunar.
Esta mañ…